Valentina



Era un día lluvioso, pero no de esos que se cae el cielo, sino de esos días que la lluvia parece estar en el aire, esos días en los cuales uno duda constantemente si el esfuerzo de abrir el paraguas se compensa con dejar de sentir esas pequeñas gotas que caen del cielo.

Eran las 20:57 y ya estaba esperando hace por lo menos 5 minutos. Para estos casos no suelo ser muy puntual, sino que prefiero estar algún tiempo antes. Es ese tiempo el cual solo sirve para que aquellas mariposas que durante un tiempo habían estado quietas volvieran a ponerse a volar alborotadas, pero esos nervios estaban lejos de ser nervios de felicidad, sino más bien nervios contradictorios de preguntarme qué hacía yo en ese lugar.

Levanto la mirada y la veo venir, estoy seguro que es ella por más que nunca la había visto en mi vida, pero se veía tan bonita y femenina tal como me habían contado. En ese instante las mariposas se paralizan, ella me sonríe, yo naturalmente me contagió de esa sonrisa, siendo ese nuestro primer diálogo.

A partir de esa primera mirada me di cuenta que todos esos temas de conversación que había pensado, aquello que tenía que decir o dejar de decir, fueron en vano. Todo se comenzó a dar de una naturalidad que percibía que a ella también le sorprendía. Nos sentamos en un bar poco conocido pero que tenía un encanto especial. No lo conocía, y me pareció no haberlo visto nunca, como si lo hubiesen estrenado esa misma noche para nosotros dos.

La noche avanzó entre risas, anécdotas, charlas, miradas…pasó tan rápido que las horas parecieron segundos y el camarero se nos acercó para indicarnos que ya iban a cerrar.

Empezamos a caminar por la ancha avenida ya sin lluvia que cayera del cielo, pero manteniéndose el olor a tierra mojada que tanto la caracteriza. Llegamos a la parada del bus que ella tenía que tomar para ir a su casa, yo me sentía muy feliz, y esa felicidad se hizo más fuerte cuando ella me dijo que sentía como si nos conociésemos de toda la vida.

Lamentablemente al parecer mi felicidad fue precipitada, porque luego de decirme esa frase vino un “pero”, y nunca después de esa palabra puede venir algo bueno. El “pero” sirve para destruir todo lo anterior, no solo contradecirlo, sino como dije lo que hace es destruirlo, porque lo que se dice generalmente antes del “pero” genera ilusión y alegría, como estar subiendo a la cima de la felicidad por una escalera y que de repente te la quiten y sentís que empezás a caer.

La frase cmpleta fue: “Siento como si nos conociésemos de toda la vida, pero en estos momentos estoy buscando a alguien del cual tenga todo por descubrir.”

Así fue, entonces mi primera y última cita con Valentina.

2 comentarios:

  1. ¿De qué libro de autoayuda sacó esa frase? Porque es para ir a buscar a su autor/a y tirarla por un barranco bien profundo y oscuro...

    Nada peor a que dejen que tus ilusiones crezcan para luego asesinarlas de forma tan despiadada.

    Saludos

    J.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El limite está entre la consciencia o inconsciencia de esa crueldad.

      Eliminar

Sería un placer saber qué pensás sobre lo que acabás de leer.