Esteban era una persona común pero con un gran problema, estaba enamorado. Sí, era un problema, porque Carolina no estaba enamorada de él. A pesar de que sabía que Carolina no sentía lo mismo, no podía evitar pensar en ella todo el tiempo.
Imaginaba cómo sería su vida si estuvieran juntos.
Imaginaba levantarse junto a ella, verla dormida a su lado, ir a la cocina y prepararle su desayuno preferido (tostadas con mermelada y un café con leche, naturalmente, tres cuartos de café y uno de leche) y llevárselo a la cama junto a un papel el cual dice lo mucho que la quiere. Se imaginaba su sonrisa con esa carita de dormida y feliz por ver el rayo de sol que entraba por al ventana.
Imaginaba caminando de la mano junto a ella por el bosque sintiendo el aroma de las flores y conversando sobre temas banales y no tanto. Sorprendiéndose juntos de lo maravillosa que puede ser la naturaleza y la energía que les trasmite.
Imaginaba volviendo juntos a la casa, algo cansados de la caminata, decidiendo ir juntos a la ducha, sintiendo como el agua recorre sus cuerpos y los va relajando. Luego de dejarse llevar por sus cuerpos y hacer que ambos se transformen en uno solo, ella empieza a cocinarle su comida preferida, una rica pasta rellena con una suave salsa de tomate.
Imaginaba luego de la siesta como iban juntos a disfrutar de las últimas horas de sol en una de las playas menos conocidas pero más lindas que jamás alguien pudo ver. Desde allí juntos mirando el atardecer, él dudaba entre mirar como el sol iba desapareciendo del horizonte, o mirar esa mirada de felicidad que ella trasmitía por estar viviendo ese momento.
Imaginaba como al volver a casa él preparaba el fuego en el hogar mientras ella se dedicaba a poner música francesa de fondo. Ambos se acostaban en el sofá, abrazados, ella con su cabeza en algún cómodo recoveco de su pecho, mientras miraban ese hipnótico fuego que se iba consumiendo.
Esa escena la imaginaba día tras día, y a pesar de que no podía evitar hacerlo. le provocaba una gran melancolía y tristeza por saber que esas imágenes que él visualizaba tan claras en su imaginación a cada momento, serían imposibles de que se transformen en realidad.
Un día Esteban saliendo de su casa con el coche, recordando a Carolina como lo hacía todos los días, se distrajo por un momento y fue embestido por un gran camión, provocando un grave accidente. Como consecuencia del choque estuvo algunos minutos, que se transformaron en días y luego en semanas de estar en coma y sin ser consciente de lo que sucedía en el mundo exterior.
Una vez que recobró la conciencia, esos pensamientos que imaginaba día tras día sobre Carolina, habían llegado a una parte tan profunda de su conciencia, que por alguna extraña razón los creyó reales. Es decir, que a partir de ese momento, creyó que efectivamente esos momentos que imaginaba junto a ella habían existido.
A partir de ese momento, cada vez que volvía a imaginar ese día especial junto a ella, en lugar de recordarlo con melancolía y tristeza, lo hacía con felicidad y siempre terminaba con una gran sonrisa en la cara cuando creía recordar el momento en que ella, con la cabeza sobre su pecho, le decía cuanto lo quería.
“No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”
La frase final, es lapidaria. No añado nada mas para no estropear tu curioso relato.
ResponderEliminarSaltos y brincos
Para desprevenidos, la frase final es de una canción de Joaquin Sabina.
EliminarJamás un comentario tuyo estropearía un relato mio
La frase de Sabina ha redondeado tu estupendo relato.
ResponderEliminarQue lindo recibir mensajes como este!
EliminarAy! duele!
ResponderEliminarhace poco tiempo me paso algo como a Esteban y aunque jugué todas mis cartas cada quien veia estar juntos de un modo diferente, y fué raro porque por primera vez en muchos años yo ya podia vislumbrar nuevamente en alguien el sueño de algo como lo que se imaginaba Esteban.
Particularmente, prefiero quedarme con lo poco que tuvimos en lugar de con lo mucho que pude imaginarme.
La vida es asi, a veces se pierde, a veces se gana.
( Y enamorarse y jugarse siempre es espectacular, a pesar de que a veces no sea correspondido).
Besote
A veces todo lo que pasa entre dos personas es poco.
EliminarMe quedo con tu última frase, de eso se trata, de arriesgar a pesar de todo.
Hacía rato que no disfrutaba un relato con tanto contenido.
ResponderEliminarGracias.
de nada...un placer!
EliminarNada real puede superar a una idealización, la mismísima Carolina no podría estar a la altura de las circunstancias.
ResponderEliminarLa tuya es una ficción que ayuda a mostar un mecanismo muy arraigado con el cual los seres humanos solemos arruinar los momentos reales. Intento tener siempre presente que lo mejor es enemigo de lo bueno .
Ah, me olvidaba, estoy de acuerdo con Sabina, ¿cómo no estarlo?.
Un gran abrazo
No creo que a priori las realidades sean mejores o peores que lo que pueda generar nuestra imaginación.
EliminarSimplemente es diferente, y las ocurrencias y vivencias no imaginadas hacen que muchas veces esa realidad termine siendo mejor que lo que siempre imaginamos.
Dicen que la memoria es selectiva y que con el paso del tiempo sólo guarda los buenos recuerdos pero yo creo que está bien conservar también los malos para no cometer otra vez los mismos errores.
ResponderEliminarUn saludo.
No sé si estoy tan de acuerdo en que sólo recordamos los buenos momentos. Recordar los no tan buenos, nos hacen valorar mucho más el presente.
EliminarHola! Ademas de un cuento poeticamente contado tiene un final triste y feliz, al mismo tiempo. El shock postraumatico causo un efecto al reves, positivo. Esteban recuerda buenos momentos que no sucedieron con alegria, esta convencido de que sí sucedieron. Si por un momento Esteban puede ser feliz, en semejante desgracia, es muy bueno ese trauma.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por las dudas me siento con la obligación de avisar que al que esté pasando por una situación similar a la que pasó Esteban, por favor les aviso, que no es probable que luego de un choque, les suceda lo que le ocurrió a él.
EliminarMe quedo con la última frase, es tan cierta: siempre recordamos lo que nunca sucedió... aunque parezca extraño.
ResponderEliminarBesos!
Hay que encontrar la forma de no añorar aquello que no sucedió y que no podemos modificar, pero bueno, somos humanos y no es tan fácil como nos gustaría.
EliminarMe encantó el relato. La última frase,me resultó tan sobrecogedora y tan tristemente cierta. Saludos.
ResponderEliminarEs tan cierta que nos hace relexionar sobre nuestro propio accionar, y si vale la pena seguir añorando lo que jamás sucedió.
EliminarEntrañable relato y la frase final de lo más certera.
ResponderEliminarSaludos
Piola
Curiosamente la frase final fue lo que hizo despertar el relato que la precede.
EliminarApa, qué historia.
ResponderEliminarUno tiende a identificarse y empatizar con Esteban, los amigos seguramente le hablarían mal de Carolina para ayudarlo a "desenamorarse". Pero es muy posible que Carolina sienta cosas similares por otro, y quizás esté pasando por lo mismo, sólo que no por Esteban! Qué difícil es llegar a esa mágica coincidencia donde ambos sienten lo mismo el uno por el otro.
¡A seguir participando!
La rueda sigue girando, a veces pensamos que ganamos, pero es solo un premio consuelo.
Eliminarimaginar cosas felices es un consuelo cuando te sientes vacío y triste... lo malo es que te dejan más triste y vacío. Hay personas que llegan a perderse en sus ensoñaciones y en vez de un accidente los agarra el siquiátrico!!!
ResponderEliminarme ha gustado tu texto!!!
Qué será mejor? un camión de frente o un año de psiquiátrico?
EliminarEn eso consiste la vida, en imaginación. Hace poco me contaron una historia en la que en una habitación de hospital, dos viejecitos estaban ingresados. El que tenía la ventana a su lado, le narraba al otro lo que iba sucediendo al otro lado de ella, lindos paisajes, escenas cotidianas, un bonito desfile. Cuando aquél señor falleció, el compañero pidió que le acercaran a la ventana, y lo único que vió fue un muro frente a ella.La imaginación de su compañero, durante el tiempo que compartieron, les hicieron felices a ambos. Es la magia. Un abrazo.
ResponderEliminarYo creo que no está mal vivir de la imaginación e ilusiones, porque inevitablemente llegará la realidad. Si la realidad no es buena, por lo menos el momento previo a la misma lo vivimos contentos e ilusionados.
EliminarQue bonita historia de amor imposible, me ha puesto la carne de gallina. Desde luego, cada uno es feliz a su manera.
ResponderEliminarQue lindas palabras...gracias! Cada uno es feliz a su manera, o lo intenta que no es poco.
EliminarY la verdad hiere, muy cierto...
ResponderEliminarEn este caso parece mejor vivir feliz con una fantasía, que sufrir con una realidad.
EliminarMucha imaginación, para tan poca acción.
ResponderEliminarPero suele suceder(me) a menudo eso de creer en recuerdos inventados.
Saludos
J.
Hay quienes creen que se disfrutan más los hechos al recordarlos que al vivirlos.
EliminarComo me gustan tus publicaciones!
ResponderEliminarGracias! Me alegro que te gusten...siempre es bueno que haya una linda recepción de lo que uno hace...
EliminarUna bella historia
ResponderEliminarPara quién? Para Esteban? para Carolina? O simplemente pare el lector?
EliminarQué dulce...
ResponderEliminarAunque si no hubiera sufrido el accidente, me imagino que viviría muy triste, sabiendo que sus sueños eran imposibles. Aunque sea ahora extraña a Carolina con alegría.
Besos!
Esperemos que nadie de los que andan leyendo este blog le avise a Esteban de la realidad y pueda vivir con esa ilusión.
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