Que no nos roben las palabras



Se decía en los cafés, en las plazas, en los mercados: las palabras están muriendo.
Murió Eucalipto, murió Colectivo, murió Paraguas, tan querida por todos. Murió Curioso y murió Rebelión. Murió Ditirambo, pero a pocos les importó, porque pocos la conocían. Agonía tuvo una muerte coherente, larga y dolorosa. Al entierro de Pan acudieron millones en masa.
Caían por docenas, contagiadas.
Alarmadas, las autoridades racionaron las palabras. Cada ciudadano podrá utiliza treinta al mes. Se persiguieron las perífrasis y los circunloquios, se declararon proscritos los rodeos: el lenguaje se volvió exacto, los oradores, cirujanos. Los locuaces fueron encarcelados y puestos a disposición de los jueces en vistas que nunca más volvieron a ser orales. Incomunicaron a los charlatanes y los mudos se erigieron al fin en modelos sociales, pero lo celebraron en silencio.
Se pusieron de moda las medias palabras. Los enamorados aprendieron a decírselo todo con la mirada, los amantes, con las manos.
Lingüistas, académicos y semiólogos trataron de explicar el origen de la epidemia, pero no encontraron las palabras. Las autoridades pusieron protección a algunas de ellas en virtud de su relevancia: Democracia, Quiniela y Sistema Financiero serían escoltadas en todo momento desde sus domicilios hasta las frases donde a diario se ocupan.
Y el lenguaje se llenó de ausencias. Los diccionarios se convirtieron en cementerios: morgues de papel alfabéticamente ordenadas, necrológicas encuadernadas de la A a la Z.
En secreto, los enamorados guardaron diez, doce palabras, para decírselas en el momento exacto.
También los poetas hicieron provisión. En un sótano húmedo, sin ventanas, amontonaron trescientas palabras. Se sabe que entre ellas estaba Mañana, estaba Mantel, estaba Esperanza. Y se sabe también que, apostados sobre ellas con sus rifles, se aprestaron a defenderlas con la vida.


Cuento "Epidemia" de Fernando León de Arano.

10 comentarios:

  1. Trabajo en un secundario y doy fe que para los adolescentes, el 'diccionario' es el corrector ortográfico de los mensajes de textos y no el libro donde ir a buscar una palabra para saber realmente no cómo se escribe sino qué significa.

    No nos robaron sólo las palabras, también nuestra autonomía intelectual.

    Saludos

    J.

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    1. Últimamente me esta pasando algo de lo cual temo. A causa de los correctores ortográficos estoy dudando muchísimo más de como se escriben las palabras.

      Antes cuando tenía una duda, la buscaba en un diccionario y listo, ahora, con la facilidad del corrector, no me mentalizo de como se escribe, y luego hace que dude mucho más.

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    2. Claro, porque el proceso del corrector automática está por fuera de nosotros, no lo aprehendemos, de ahí que las dudas crezcan en proporción. Más aún cuando me toca corregir los exámenes, a veces siento que necesito un diccionario especial entre español y cada uno de los chicos que escribieron para saber qué fue lo que quisieron poner.

      Suerte

      J.

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  2. Los enamorados aprendieron a decírselo todo con la mirada...

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    1. Justo fue el párrafo que no leyó Joaquín.

      Mágico momento en el que sólo basta una mirada.

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  3. Cada vez que leo un comentario como este dudo mucho de que realmente haya leído mi blog, y no sea un copiar y pegar de alguien que quiera sólo promocionar su blog.

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  4. Nunca dude al escribir, el diccionario para mis hijos era yo, pero ahora, digo como tu Martín, cada vez la duda es mayor y no es por falta de lectura, pero todo es tan cómodo con ese corrector...
    Un beso.

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    1. Efectivamente dudo mucho más que antes, podría ser por la edad, es verdad, pero prefiero acusar al corrector, me permite dormir mejor.

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  5. Y encima los iPad no enseñan como poner acentos y uno duda si comentar o no dado que se esta hablando de las palabras bien escritas.

    Te leí ayer o antier y no comente por lo mismo. (falta de acentos y hoy agrego el autocorrector de quien no confio)

    Saludos

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    1. Otro tema son los tildes, porque peor lo tenemos los que tenemos problemas en la vista, que no sabemos si el tilde está yendo para el lado correcto.

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